jueves, 1 de septiembre de 2011

Septiembre

Tu visita siempre es como el verdadero comienzo del año. No hace falta que mire mi reloj, ni un calendario para saber que llegaste, tan puntual como de costumbre. Te doy la bienvenida, y aunque hayas sido durante muchos años el culpable de volver a madrugar… me alegraba volver a encontrarme con mis compañeros de clase. A saber qué será de ellos.
Tu brisa fresca y las lluvias espontáneas me recuerdan al verano de Nottingham, donde no importaba mojarse. A otros tiempos y momentos que sigo encontrando en ese niño que se asomaba por la ventana para ver tus tormentas eléctricas, y en la calle le daba patadas a las hojas secas de los árboles y las cogía del suelo y las lanzaba hacia arriba con fuerza para que volvieran a estar en la copa de los árboles. Yo también caí como ellas, tú me viste.
Eres el único mes que lleva mis dos números de la suerte, uno es solo nuestro, y el otro… El otro ya sólo quedará en tu nombre. Y aquel día once en el que cambió el mundo, y ese veinticuatro en el que me viste nacer.
No creas que estoy feliz de que estés aquí porque sea mi cumpleaños, ya hace mucho que no lo celebro. En Barcelona quedaron esas bolsas de chucherías, tartas y regalos.
Estoy feliz, porque volvemos a coincidir en Sevilla, donde sólo podemos vernos.